No voy a entrar a valorar los detalles del partido de ayer entre el Real Madrid y el Barça. Eso ya lo hacen todos los medios de comunicación, llegando hasta lo más profundo de todos y cada uno de los asuntos. Y estoy de acuerdo con todos.
Ya me temía que iba a ser un partido muy descafeinado. El Madrid no se jugaba nada y al Barça parece que le importa lo más mínimo tener que disputar la previa. Por tanto, el encuentro acabó con un serio baño madridista. Son días de disfrute blanco, para que se regocijen de las penurias azulgranas.
Pero yo me voy a quedar en dos detalles:
- Se habló durante varios días del pasillo. No había muchos más temas. ¡Qué bonito pasillo! Dicen que es lo único que hizo bien el Barça ayer. Sin embargo a lo que yo voy es a la iniciativa llevada a cabo ayer en la capital. Imagino que todos están enterados. Resulta que varias personas uniformadas con la camiseta blaugrana se colocaban en algunas salida del metro y aplaudían a los viajeros, emulando el pasillo que horas después se produciría en el Santiago Bernabéu. Lo definiré con dos palabras: lamentable y vergonzoso.
- Y la otra es el arbitraje de Pérez Burrull, como compañero colegiado que soy. La verdad que para mí estuvo desafortunado. Esta clase de partidos nunca son sencillos pero creo que no estuvo del todo correcto. No entraré a valorar las jugadas porque ya las hemos visto todos. Lo que sí me ha llamado la atención ha sido lo desquiciados que están los jugadores del Barcelona. El cántabro les enseñó siete tarjetas amarillas, de las cuales cinco, fueron por “protestar de forma ostensible”. Incluso Xabi fue expulsado por doble amonestación, ambas por ese motivo. Pero ese no fue problema suyo. Ni error, claro.
Hay otra cosa que me ha llamado la atención, tras ojear algunas publicaciones del día. Muy significativa es la portada del diario Sport publicada hoy jueves 8 de mayo. Lo dice todo.
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