Malas caras
Esta semana ha habido dos técnicos que han tenido que salir a la palestra para quitar hierro al asunto a raíz de diversos enfrentamientos con jugadores. Por un lado Víctor Muñoz, mister del Getafe, que al parecer llegó a las manos con el jugador de su equipo Cosmin Contra en el descanso del partido del pasado sábado frente al Barcelona. Y por otro lado Unai Emery, entrenador del Valencia, que tras dos sustituciones recibió sendas malas caras de los jugadores cambiados, en este caso Villa y Joaquín.
El caso más grave está claro que es el del equipo madrileño, ya que es inadmisible que una decisión deportiva desencadene en una pelea. Hoy leo en los medios de comunicación que el jugador ha sido convocado por el entrenador aragonés para el encuentro ante el Real Madrid. No sé si habrá recibido algún tipo de sanción o castigo. Sí es cierto que debería, si es claro que él fue el causante del rifirrafe. Pero no es menos importante que lo del vestuario quede ahí, y no afecte a lo estrictamente deportivo. Con el gesto de la convocatoria, parece que de momento el incidente no ha tenido más consecuencias.
Respecto al caso del conjunto valenciano, creo que se debe reclamar más respeto de todos estos jugadores hacia sus compañeros. Digo todos porque no son los únicos. Siempre se pone la excusa de que un futbolista es normal que se enfade por no jugar, ya que todos tienen que tener esas ganas de comerse hasta la hierba. Sin embargo, creo que ese ímpetu se puede manifestar de una forma no tan llamativa.
Decía lo del respeto porque creo que hay muchos otros jugadores que no juegan ni la mitad de lo que lo hacen los que se quejan. Por ejemplo, que David Villa se queje de un cambio, pues lo veo bastante absurdo. Estoy de acuerdo en que él querrá jugar, pero debe tener en cuenta que en el banquillo o en la grada hay otros que ni siquiera han podido disfrutar de los minutos que él sí.
La competición entre compañeros debe ser sana. Tienen que pugnar deportivamente por un puesto, y es normal, pero siempre con la mente puesta de que no hay que perder de vista al "rival". Se suele decir que hay que saber perder, pero también se debe saber ganar.
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